22:29 | Author: Carlos Lauredo
Estoy cansado, creo que ya no puedo mantenerme de pie, pero... no me rindo. El olor a sudor me llena la nariz, y ese sabor de sangre inunda mi paladar. Mis ojos apenas pueden ver debido a los golpes, tan solo veo su sombra, suficiente para mi.

Esquivo un golpe, otro, arremeto contra él, no estoy seguro, pero siento que di en el blanco, un objetivo blando y carnoso, un derechazo, el mismo sentimiento, otro, ahora fue diferente, la sangre comenzaba a ser mas evidente, sentía mis manos llenas de ella. me alejo, pero el ataca y siento dos bombas en mi cara y otra en mi estomago, me alejo un poco y levanto mi pelo rapidamente. Puedo verlo, sangra, tiene un ojo dañado y escupe rojo. Es mi momento pienso, y me abalanzo con contra el lo más rápido que puedo. Caemos al piso, el debajo de mi, y en ese momento, siento como si alguien moviera un interruptor. Descargo la ira que tenía guardada años tras años, podía ver muchas caras en vez de la suya. Mi jefe, que siempre me decía que todo estaba mal y se llevaba el credito de mi trabajo, mi esposa, que me engañaba con el vecino, de mi padre, que me golpeaba cuando era niño, de mi mejor amigo, que se robo a mi novia antes de proponerle matrimonio y despues de pedirle que sea mi padrino.

Ya no se siente blando, sino pegajoso, húmedo, pero no me detengo, ellos no lo hicieron y tu no lo harías, pero el cansancio me vence, y paro. Doy una ojeada a lo que antes era la cara de un desconocido, ahora no es más que sangre y carne, tal vez este muerto. Quiero respirar humo, y sentir como se quema mi corazón con algún químico. miro al cielo y siento las gotas de sangre caer de las heridas abiertas en mi cara. Me levanto y voy al baño, el espejo me devuelve una mirada sombría, como la que había soñado hace tanto tiempo, como la que siempre desee. Me lavé y salí del lugar, de seguro alguien lo encontraría antes que sea demasiado tarde, y si no, que importaba, no sabía quien era, no sabía si alguien lo esperaba en casa o si siquiera fuera feliz, tan solo me obligue a no pensar en ello, me puse mi camisa y mis gafas. Salí del lugar y encendí un cigarrillo para calmarme. Tranquilidad, estaba mejor, al carajo con la terapia de la ira y esas cosas, esto era mejor, era una probadita de gloria. Sonrío y tomo el autobus nocturno hasta mi departamento en el centro de la ciudad, donde nadie me esperaba, ni le interesaba... creo que no será la última vez pensé...
Category: |
You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. You can leave a response, or trackback from your own site.