3:03 | Author: Carlos Lauredo
Talvez les parezca ingrato, mi compañero de celda, el cual lleva años aca, me cuenta sus viejas historias sobre la prisión, era de los más veteranos de hecho, casi 40 años aca, ni más ni menos. Yo había perdido mi nombre, ahora era tan solo un número, 2892004-0.

Era tarde, los guardias no habían llegado aún, tal vez antes de las cinco. Los ronquidos de los demás me perturbaban, hace dos noches que no podía dormir, y de seguro mañana me golpearían por el pan del desayuno. Mi compañero de celda se movió de su cama, veo que aún tienes ese insomnio, me dijo sonriendo, mientras encendía un cigarrillo de contrabando.

No dije nada, tan solo vi salir el sol tras los barrotes, quiero ser libre, le dije. Mmm, todos lo deseamos, pero este pabellón es especial, solo para gente como tu y yo, asesinos, es como nos llaman, pero, digamos que tan solo somos, ladrones de vidas.

Negué con la cabeza, ¿es que ahora me perturbaba lo sucedido esa noche?, la noche en que todo cambió, en que el sueño se volvió pesadilla, y el amor que sentía se volvió odio.

Ya aleja esas cosas de tu cabeza, me dijo Micky desde su cama, es estúpido, no puedes cambiar el pasado, y piensalo, podrás meditarlo con calma, ¿cuántos te dieron?, ¿30?, ¿40 años?. 35 le respondí sin mirarlo. Lo ves, dijo exhalando humo, el tiempo es tu aliado ahora, tal vez no el lugar, pero debes darte paz.

¿Donde podría encontrar paz?, en este lugar tan solo había dolor, frío, oscuro, donde siempre había algo que tu tenías...
Category: |
You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. You can leave a response, or trackback from your own site.