19:45 |
Author: Carlos Lauredo
Las paredes se carcomían por el intenso frio de aquella noche, a través del humo de la habitación podía verse un cigarro, un cenicero, y un hombre sentado, con un lapiz en la mano y unas cuantas hojas de papel delante de el.
No era un poeta, ni un gran escritor, bueno, no escribía palabras, el se dedicaba al mismo origen de las cosas, la tan llamada, madre de la mayoría de las ciencias existentes. El físico estaba sentado en la misma posición durante horas, pensando en el último paso de su gran obra. Después de esto, nada sería igual, iría más alla de cualquier otra cosa.
Aunque ya con edad avanzada, el físico se levanto del papel y trabajó en su pizarra, escribió la fórmula inconclusa en ella, y se quedó pensativo. Estas "Fuerzas Fundamentales" debían ser la respuesta que estaba buscando, de hecho, sería la respuesta a todo. Si tan solo pudiera terminarla esta noche, pensó al mirar hacia abajo y apagar el cigarrillo. De hecho, no debería estar fumando, se le estaba prohibido, especialmente por encontrarse en un hospital.
Abrió las ventanas, el crudo frío entró por ellas, pero él lo disfrutó, ya no le quedaba mucho tiempo en este mundo, y estas sensaciones serían las que más extrañaría, aunque, siendo judío, el físico no sabía bien a donde iba a parar, por su culpa habían muerto miles algunos años atrás. Recordó como, por un tiempo, odió su mente, y culpó a Dios por aparecer en sus sueños, y darle la razón para estas grandes incógnitas humanas. Por momentos, pensó, deseó haber sido como cualquier otro judio, o incluso que lo hubieran mandado a algún campo de concetración, mientras vivía en la Alemania Nazi, pero su destino era otro, y ahora aquí se encontraba, casi al final del camino, con 87 años, su vida le parecía ahora lejana.
En la oscuridad de una noche sin luna, recordó al amor de su vida Mileva, bailando en el prado visible, con un hermoso vestido blanco, pensó en lo que decía antes, ella era tan fuerte como él, en ese momento tan solo dijo, veo, que no eras tan fuerte como yo, eras mucho más. Pero a parte de ella aparecieron tres niños. Hans, Eduard, Lieser, vamos a ver a papá, hoy es su gran día. Una lágrima cayo por su arrugada mejilla; "si tan solo te hubiera vivido, en vez de pensar en la vida", dijo mientras cerraba la ventana y se veía en el espejo. Un viejo decrepito, más calvo y arrugado que de costumbre le devolvió la mirada, por supuesto que no se reconocía, el físico había pasado años sin verse de esa forma, tan solo matinalmente, si estaba presentable, pero ahora, se analizó a si mismo, y con tristeza, se giró hasta su cama.
Sus huesos le dolían, era tarde, las 2:30 de la madrugada, ya no podía aguantar toda la noche trabajando, como en sus viejos tiempos. Y ahí fue cuando se le ocurrió, como lograr la fórmula, era tan simple, casi perfectamente tonto, como había obviado esas tonterias, sonrió, como no lo había hecho en años. Intentó levantarse, pero sus viejo cuerpo se lo impidió, ya no podía más, el físico había sido derrotado por el cansancio, y se acostó, apagó la luz de la lámpara y pensó, al menos lograré dejarle este tantito más de mí a la humanidad, será mi gran sinfonía.
El físico jamás volvería a levantarse.
No era un poeta, ni un gran escritor, bueno, no escribía palabras, el se dedicaba al mismo origen de las cosas, la tan llamada, madre de la mayoría de las ciencias existentes. El físico estaba sentado en la misma posición durante horas, pensando en el último paso de su gran obra. Después de esto, nada sería igual, iría más alla de cualquier otra cosa.
Aunque ya con edad avanzada, el físico se levanto del papel y trabajó en su pizarra, escribió la fórmula inconclusa en ella, y se quedó pensativo. Estas "Fuerzas Fundamentales" debían ser la respuesta que estaba buscando, de hecho, sería la respuesta a todo. Si tan solo pudiera terminarla esta noche, pensó al mirar hacia abajo y apagar el cigarrillo. De hecho, no debería estar fumando, se le estaba prohibido, especialmente por encontrarse en un hospital.
Abrió las ventanas, el crudo frío entró por ellas, pero él lo disfrutó, ya no le quedaba mucho tiempo en este mundo, y estas sensaciones serían las que más extrañaría, aunque, siendo judío, el físico no sabía bien a donde iba a parar, por su culpa habían muerto miles algunos años atrás. Recordó como, por un tiempo, odió su mente, y culpó a Dios por aparecer en sus sueños, y darle la razón para estas grandes incógnitas humanas. Por momentos, pensó, deseó haber sido como cualquier otro judio, o incluso que lo hubieran mandado a algún campo de concetración, mientras vivía en la Alemania Nazi, pero su destino era otro, y ahora aquí se encontraba, casi al final del camino, con 87 años, su vida le parecía ahora lejana.
En la oscuridad de una noche sin luna, recordó al amor de su vida Mileva, bailando en el prado visible, con un hermoso vestido blanco, pensó en lo que decía antes, ella era tan fuerte como él, en ese momento tan solo dijo, veo, que no eras tan fuerte como yo, eras mucho más. Pero a parte de ella aparecieron tres niños. Hans, Eduard, Lieser, vamos a ver a papá, hoy es su gran día. Una lágrima cayo por su arrugada mejilla; "si tan solo te hubiera vivido, en vez de pensar en la vida", dijo mientras cerraba la ventana y se veía en el espejo. Un viejo decrepito, más calvo y arrugado que de costumbre le devolvió la mirada, por supuesto que no se reconocía, el físico había pasado años sin verse de esa forma, tan solo matinalmente, si estaba presentable, pero ahora, se analizó a si mismo, y con tristeza, se giró hasta su cama.
Sus huesos le dolían, era tarde, las 2:30 de la madrugada, ya no podía aguantar toda la noche trabajando, como en sus viejos tiempos. Y ahí fue cuando se le ocurrió, como lograr la fórmula, era tan simple, casi perfectamente tonto, como había obviado esas tonterias, sonrió, como no lo había hecho en años. Intentó levantarse, pero sus viejo cuerpo se lo impidió, ya no podía más, el físico había sido derrotado por el cansancio, y se acostó, apagó la luz de la lámpara y pensó, al menos lograré dejarle este tantito más de mí a la humanidad, será mi gran sinfonía.
El físico jamás volvería a levantarse.
Category:
El Físico
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4 comentarios:
La parte donde aparece la amada me parece que no debería ir.
Por lo demás, andas definiendo tu estilo. Eso es agradable.
Saludos Lauredo. Nos vemos en la reunión de Noviembre -ah no, eso es de los simpsons-.
Sr. Lauredo, mucho gusto.
gracias por el comentario en mi blog, ojalá nos mantengamos en contacto.
Me encantan este tipo de finales, que encierran un gran misterio, me gustó mucho también.
Saludos!
carlos^^, holas, aprovechando q estes por aqui quiero recordarte lo siguiente:
1. eres completamente bienvenido a mi blog, siempre y cuando no te comportes como un pobre idiota, porque no sabes sobre q estoy escribiendo.
2. si crees q estas defendiendo a alguien con tus comentarios estas defendiendo a la nada propia, porque yo ya me deshice de todo aquello que no vale la pena. y si, si estoy hablando de ESO -se q no te cuesta suponer por la mente medio podria q tienes, pero bueno^^.
3. no patees oxigeno, ^^ creo q la paranoia es contagiosa xDDD ... no... creo q la conoci en este grupo.
4. Recuerdales mejor a las personas que no mientan respecto a cosas importantes, y escarba hasta encontrar la verdad, porq te faltan muuuchas cosas por saber^^
5. me sigues cayendo bien a pesar de todo^^, continua apoyandolo, porq como va, en un futuro va a caer tantas veces que se quedará completamente solo.
6. bueeeno... no has opinado sobre las otras entradas, a mi me encanta por ejemplo granitos de arena... bueno, es q yo tampoco he opinado sobre tus entradas... lo haré desde hoy :P.
7. no te preocupes por q "este haciendo algo malo", no pienso perder mi tiempo en idioteces como esas^^.
^^ como prefiera... a mi me da igual...
Atte.
lidia^^