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Author: Carlos Lauredo
...El viaje duraría 6 meses, 15 días y 8 horas exactamente. Demasiado, tal vez, pero para aquella vieja máquina, a la que habían abordado, que este de por sí flotado, ya era un milagro.
Como la gitana les dijo que sigan pintando, solo les había dicho que la catastrofe sucedería en ese recóndito pueblo al que llamaban hogar. Consiguieron unos pinceles y pinturas con los contrabandistas turcos que conocieron ya abordo, también unos cuantos lienzos y cuando tuvieron al fin todo, se dejaron llevar por la suave brisa del mar, Ignacio, había comenzado a sentir una atracción por José, y viceversa, pero tenían miedo de decircelo mutuamente; la homosexualidad no era algo que habían aprendido en la escuela dominical, además de que no estaban seguros de como iba a reaccionar el otro. Pero un atardecer, excepcionalmente bello, José se acercó y tomó la mano de su amigo. Confundido Ignacio simplemente guardo silencio y se dejó hacer cuanto su imaginación le dejó. Se amaron por primera, pero no única vez, en el pequeño camarote que compartían.
Y fue así, entre pinturas de atardeceres, haciendo retratos de los turcos avariciosos y demás pasajeros, llegaron al puerto de Cadiz, donde desembarcaron finalmente. Pero ese no era su destino final; vendiendo asombrosamente los cientos de lienzos que realizaron durante el largo viaje, a un buen precio, consiguieron suficiente para viajar a París, arrendar un cuartito y pagar algo del alquiler por adelantado, y ser felices, ambos pintando. Pero si la vida fuera así, todo sería hermoso para todos, cuando Ignacio había adquirido una extraña nueva forma de pintar, y sus cuadros dejaron de venderse, conoció a Marie.
Ella era una chica de clase media, de una padre negociante y una madre altiva y vigoroza, la muchacha había demostrado gran interés en aquel joven pintor que se sentaba sobre el río, que pintaba cuadros bastante complicados, que, cuando le preguntaban, era algo que sentía muy en el fondo de su ser; aunque también hacía preciosos autoretratos de quien pudiera pagar.
Marie había convencido a sus padres para que la dejaran hacerce un retrato con el joven, y lo cito a su casa una tarde. Mientras él deslizaba el pincel agilmente, no podía dejar de notar las hermosas facciones de aquella muchachita francesa, de ojos claros, como un lago, piel como la nieve y pelo castaño, olvidandose de José por primera vez en los 3 años que llevaban juntos, se enamoró de ella. Al principio solamente tenían una charla amena y se comprendían bastante bien. Ignacio sentía que podía pasarse toda la vida ahí, sentado en una banca observando aquellos hermosos ojos, y ella, que sentía que había encontrado el hombre adecuado por primera vez en 17 años de su vida.
José, mientras tanto, había sentido últimamente bastante lejano a su amante, ya no dormían juntos, y rara vez tenían aquellas fugaces noche, pero eran apenas una pizca de lo que habían sido a un comienzo. Al principio pensó que era por sus la falta de venta de sus cuadros, pero aún así, lo veía alegre. Por las noches, lo veía observar la luna durante horas antes de caer finalmente dormido. Para terminar con todo esto, se decidió a seguirlo. Y fue detrás de un árbol que se le rompió el corazón, cuando veía a Ignacio besar a una linda muchacha de ojos claros como un lago...
Como la gitana les dijo que sigan pintando, solo les había dicho que la catastrofe sucedería en ese recóndito pueblo al que llamaban hogar. Consiguieron unos pinceles y pinturas con los contrabandistas turcos que conocieron ya abordo, también unos cuantos lienzos y cuando tuvieron al fin todo, se dejaron llevar por la suave brisa del mar, Ignacio, había comenzado a sentir una atracción por José, y viceversa, pero tenían miedo de decircelo mutuamente; la homosexualidad no era algo que habían aprendido en la escuela dominical, además de que no estaban seguros de como iba a reaccionar el otro. Pero un atardecer, excepcionalmente bello, José se acercó y tomó la mano de su amigo. Confundido Ignacio simplemente guardo silencio y se dejó hacer cuanto su imaginación le dejó. Se amaron por primera, pero no única vez, en el pequeño camarote que compartían.
Y fue así, entre pinturas de atardeceres, haciendo retratos de los turcos avariciosos y demás pasajeros, llegaron al puerto de Cadiz, donde desembarcaron finalmente. Pero ese no era su destino final; vendiendo asombrosamente los cientos de lienzos que realizaron durante el largo viaje, a un buen precio, consiguieron suficiente para viajar a París, arrendar un cuartito y pagar algo del alquiler por adelantado, y ser felices, ambos pintando. Pero si la vida fuera así, todo sería hermoso para todos, cuando Ignacio había adquirido una extraña nueva forma de pintar, y sus cuadros dejaron de venderse, conoció a Marie.
Ella era una chica de clase media, de una padre negociante y una madre altiva y vigoroza, la muchacha había demostrado gran interés en aquel joven pintor que se sentaba sobre el río, que pintaba cuadros bastante complicados, que, cuando le preguntaban, era algo que sentía muy en el fondo de su ser; aunque también hacía preciosos autoretratos de quien pudiera pagar.
Marie había convencido a sus padres para que la dejaran hacerce un retrato con el joven, y lo cito a su casa una tarde. Mientras él deslizaba el pincel agilmente, no podía dejar de notar las hermosas facciones de aquella muchachita francesa, de ojos claros, como un lago, piel como la nieve y pelo castaño, olvidandose de José por primera vez en los 3 años que llevaban juntos, se enamoró de ella. Al principio solamente tenían una charla amena y se comprendían bastante bien. Ignacio sentía que podía pasarse toda la vida ahí, sentado en una banca observando aquellos hermosos ojos, y ella, que sentía que había encontrado el hombre adecuado por primera vez en 17 años de su vida.
José, mientras tanto, había sentido últimamente bastante lejano a su amante, ya no dormían juntos, y rara vez tenían aquellas fugaces noche, pero eran apenas una pizca de lo que habían sido a un comienzo. Al principio pensó que era por sus la falta de venta de sus cuadros, pero aún así, lo veía alegre. Por las noches, lo veía observar la luna durante horas antes de caer finalmente dormido. Para terminar con todo esto, se decidió a seguirlo. Y fue detrás de un árbol que se le rompió el corazón, cuando veía a Ignacio besar a una linda muchacha de ojos claros como un lago...
Category:
El pintor
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4 comentarios:
Ahora sí comienzo a entender.
Me encantaría saber una cosa;
¿es posible que el gusto por una persona se defina por convivencia, similitud o simple atracción...?
Tal vez lo puedas responder a través de esto, o por alguna mención -es una idea.
Saludos
Ahora si se va formando la historia...pero tendrás q explicar el porqué se cumplió la profesia de la gitana si se fueron lejos, no miraron atrás, etc...claro... si es q se cumple después de eso :P
Tranquila muchacha tranquila... deja que la historia se desarrolle por completo... es obvio que tengo q explicar todo eso... todo pasara con respecto a que la historia se vaya desarrollando
LA PUCHA!!!
ENCUENTROS FUGACES EN LA NOCHE!
LA PUUUUUUUUUCHA!!
jajajaja
en verdad quedé sorprendida con el "factor homosexual" no me lo esperaba...
Fue una joya :)
Esto va por muy buen camino, EL PINTOR (III) se hace esperar.
Adios Lauredo!