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Author: Carlos Lauredo
No se había dado cuenta, pero tal vez este era el origen de su todo. A pesar de sus incontables maquiavelidades, ahora sentía pena, más alla de la inimaginable. Sentado, ahogado por el olor a cenizas florares en el ambiente, se había dado cuenta de lo triste que esta. Por primera vez en su vida, Ignacio comprendió que todo aquello por lo que se había martirizado tantos años atrás.
Desde joven, se había dedicado al arte de la pintura, esquivando los ideales de un padre con una empresa fructuosa y una severa madre, este hijo único se dejó llevar desde pequeño por el olor aceitoso del oleo. Desde pequeño, se había demostrado agil para la pintura, y junto con un amigo eran conocidos como "los artistas". Ignacio y José (su amigo desde su infancia), habían sido tocados por el ángel del don extraño, decía siempre el cura del pueblo, un viejo nonagenario que a veces parecía perdidamente loco, pero para estas cosas, él siempre mostraba aire de lucidez, por supuesto que la madre, no apoyaba estos gustos, pues de hecho, ella lo veía como un gran empresario, igual a su padre, que sería el hombre más rico de este joven pueblo y decidió engañarlo, pues, él siempre le había dicho que el destino le había encomendado esto, ella sobornó a una vieja gitana, que venía cada año con el circo, para que en una falsa lectura le dijera que en realidad, debía dejarse moldear por sus progenitores y ser un empresario.
Pero, ella si le leyó la suerte, junto con José, y dijo que uno de ellos moriría, culpa totalmente del otro, hasta se le podría decir asesinato, y si querían intentar evitarlo debían irse, lejos y seguir pintando, jamás mirar atrás. A la mañana siguiente se fueron en un tren hacia la capital, luego en barco quien sabe donde, con la esperanza de huir de este horrible destino que la gitana les había dictado...
Desde joven, se había dedicado al arte de la pintura, esquivando los ideales de un padre con una empresa fructuosa y una severa madre, este hijo único se dejó llevar desde pequeño por el olor aceitoso del oleo. Desde pequeño, se había demostrado agil para la pintura, y junto con un amigo eran conocidos como "los artistas". Ignacio y José (su amigo desde su infancia), habían sido tocados por el ángel del don extraño, decía siempre el cura del pueblo, un viejo nonagenario que a veces parecía perdidamente loco, pero para estas cosas, él siempre mostraba aire de lucidez, por supuesto que la madre, no apoyaba estos gustos, pues de hecho, ella lo veía como un gran empresario, igual a su padre, que sería el hombre más rico de este joven pueblo y decidió engañarlo, pues, él siempre le había dicho que el destino le había encomendado esto, ella sobornó a una vieja gitana, que venía cada año con el circo, para que en una falsa lectura le dijera que en realidad, debía dejarse moldear por sus progenitores y ser un empresario.
Pero, ella si le leyó la suerte, junto con José, y dijo que uno de ellos moriría, culpa totalmente del otro, hasta se le podría decir asesinato, y si querían intentar evitarlo debían irse, lejos y seguir pintando, jamás mirar atrás. A la mañana siguiente se fueron en un tren hacia la capital, luego en barco quien sabe donde, con la esperanza de huir de este horrible destino que la gitana les había dictado...
Category:
El pintor
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4 comentarios:
bastante interesante, bonito y original... me gusta la idea de la historia... pero... se fueron juntos o.o... eso evitará que alguien sea asesinado??... Ignacio dejará de ser pintor... por sus padres... o por la profecía??... mmm... hay muchos cabos por atar, pero esta bastante bonito.
???????????
jaaaaa yo quiero EL PINTOR II!!
Lo que le dá vida a una prosa, son precisamente las muertes, las incertudumbres y aquellas situaciones donde el hombre se muestra como tal.
En mi opinión, claro.
Salutes Lauredo!
Ya te lo dije por MSN.
No le entiendo.
Sabes que no me gusta ver cosas incompletas.
Comentario.
Oh su majok!