17:29 | Author: Carlos Lauredo
Era una noche como cualquiera de hecho, el clima frio, como debe ser en esta ciudad. No tenía clases al otro día y divagaba en mi cama, pensando tonteras sin sentido; eran las 11:30, y no había en que ocuparse, no se me ocurrió nada mejor que poner el cd mp3 que me habían regalado la última vez que fuí a casa. Carajo, son algo mas de 200 canciones, pensé al ver el contenido que había sido escrito con cuidado y a mano con un bolígrafo negro, era su letra, pero me negué a pensar en eso ahora.

Tomé el viejo diskman de mi padre que había puesto sobre la mesa de la cocina y puse el cd. Tardó unos segundo en cargar, en eso, pude apagar las luces y acostarme de nuevo. Su canción favorita, mmm... no la cambié, simplemente disfruté de las letra de Steven Tyler, podría quedarme horas, no importaba, mañana no tenía responsalidades tontas y podría hacer lo que se me plazca, un pequeño suspiro de libertad. Luego comenzó Sabina, pero por supuesto me dije, ella estaría loca si no lo pusiera. Entonces recordé las noches en las cuales tan solo tomabamos un buen vino y junto a la radio que solo sabía canciones del español.

Me di la vuelta tapandome la cara con la almohada, no pienses en ello, fuera del sistema, la saque ya tranquilo y volvía posar mi cabeza tranquila y comodamente. Término y respiré aliviado, pero lo siguiente fue como si me clavaras un cuchillo, los hermanos Gallagher me gritaban una vez que no me vaya hasta hacer las cosas bien. Llevé mi mano a las orejas, pero me detuve, si esta era la forma de estar junto a ti otra vez, lo soportaría, pensé rindiendome.

Una tras otra las canciones me llevaron a recuerdos que teníamos, noches en las cuales no parabamos de hablar, o solo miramos las estrellas.

Abrí los ojos después de unas 20 o 30 canciones. Estaba amaneciendo, y me fije en el viejo diskman, solo faltaba una canción, y sin duda fue la peor. Tu favorito y amante empezó a sonar, Ricardo Arjona empezó a inundar mi cerebro con rimas melancolicas, pero esta canción me hizo sentarme, me encojí en posición fetal extrañandola, y simplemente escuche que debíamos aclarar el panorama, era cierto, aún no sabíamos que eramos ella y yo, y nunca lo sabríamos.

Lo siento, alcancé a decir justo cuando acababa la canción y el sueño me vencía por fin...
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